La frase más representativa del maquiavelismo y la real politik, no nació en las páginas de El Príncipe, al parecer –por curioso que sea– proviene de un manual de ética escrito en 1645 por el teólogo jesuita Hermann Busenbaum, llamado “Medulla theologiae moralis”. En él puede leerse: cum finis est licitus, etiam media sunt licita (cuando el fin es lícito, también lo son los medios), una traducción más emparentada con las palabras de mi amigo ElBosnio, a quien no titubeé en interrumpir durante la cena de la MAK, intentando desconcentrarlo sin éxito.
A mi entender, esta división de aguas es medular para el análisis político. Quienes acepten esta premisa, también consentirán al poderoso que pretenda regir los destinos de un pueblo, el estar por encima de la ética y la moral dominante para conseguir sus objetivos o llevar a cabo sus planes. Tratemos de superar el shock que producen estas afirmaciones y analicemos sus implicancias concretas.
Si yo afirmo que “quiero hacer lo que sea, para ser feliz”, los moralistas harán hincapié en poner sus puritanos límites a la definición de “lo que sea”. Pero si restringimos todo análisis a una mente sana, empática y bienintencionada, no hay forma de llegar a la felicidad transitando un “lo que sea” que conspire contra el objetivo, por lo tanto no hay peligro. En otras palabras, no hay forma que un buen tipo llegue a la felicidad produciendo infelicidad en su camino.
Si ahora pluralizamos la afirmación, podemos decir que “un gobierno deberá hacer lo que sea, por la felicidad o bienestar de su pueblo” y nuevamente aparecen los márgenes naturales de acción para ese gobierno. Lo que me interesa descubrir es la posibilidad de incluir entre esos amplios márgenes, acciones amorales como definía Nicolás Maquiavelo.
Esta diferenciación no está apoyada en ideologías, hay devotos de Maquiavelo en la izquierda y la derecha, al igual que detractores. Están quienes sostienen que la política es amoral, y quienes hacen sus campañas políticas basados en pancartas con su intachable moral como principal impulsor del voto.
Abusemos de la analogía predilecta de ElBosnio, a fin de despersonalizar el debate. Supongamos que todos nosotros somos los accionistas de una gran empresa, periódicamente convocamos a una Asamblea donde elegimos a nuestro Gerente para el próximo período [Nota: en esta sociedad la distribución de acciones es extremadamente desigual, aunque cada accionista tiene un voto. Pero esto es parte de otro debate].
Un grupo de accionistas escogen y exigen a su Gerente en base al cumplimiento de las normas, entendiendo esto como el Manual de Normas y Procedimientos, Marcos de Normativa Legal y muchos etcéteras implícitos; alimentando el lunfardo conservador y racista, todo por derecha y en blanco. Este Gerente tiene muy claro que no podrá “dibujar” la declaración de impuestos, no podrá coimear al comprador de la empresa X para ganar esa cuenta, ni tantos ejemplos más lamentablemente innecesarios para ilustrar la situación. Pero como nuestra empresa no es un monopolio, ni existe en un mercado celestial, tendrá muy pocas probabilidades de generar ganancias e imponerse frente a sus competidores mientras estos no apliquen los mismos límites morales. Excepto que contratemos a un Gerente excepcional (un Gandhi), las probabilidades de crecer existentes son escasas o nulas.
Otro grupo de accionistas no está dispuesto a imponer anticipadamente estas restricciones para la selección de nuestro Gerente. Ellos le dirán que será medido por sus resultados, por la obtención de los objetivos, y que si bien le dan la libertad de elegir el camino que estime adecuado para llegar a ellos, los costos del camino elegido también serán evaluados junto a sus logros. Este Gerente tiene las manos libres, pero sabiendo que el objetivo es el crecimiento de la empresa, sospecha que esclavizar a sus empleados o robar el depósito de su competidor, no serán medios que la Asamblea apruebe para perpetuarlo en su puesto. Este segundo grupo de accionistas están buscando un Gerente maquiavélico.
En la política argentina hay un inmenso consenso sobre los requisitos morales que deben cumplir nuestros políticos, ellos los proponen encabezando su plataforma electoral y algunos de nosotros los eligen de forma casi excluyente por ese atributo. La historia nos enseñó que esos límites, en muchas oportunidades, serán los motivos para sucumbir en enfrentamientos con otros poderes, como financieros, militares, sociales y tantos más. Estos Gerentes difícilmente entreguen números que no sean rojos, o incluso no llegarán al cierre del balance.
Los políticos maquiavélicos –casualmente peronistas– tendrán más probabilidades de alcanzar sus objetivos, cualquiera sean. Y nosotros siempre tendremos una próxima Asamblea para evaluar sus fines y sus medios, determinando si queremos seguir apoyando su gestión o preferimos a otro Gerente.
Puesto en estos términos parece un callejón sin salida, no hay una elección fácil, por lo que sospecho que el planteo es correcto. Estamos entre optar por un quakero que obrará con la Constitución en la mano y grandes chances de ser ineficaz, u optamos por un amoral que actuará con carta blanca hasta que podamos evaluar sus resultados.
La opción del quakero es más republicana, institucionalista y también más fácil, cómoda y conservadora. Esta gente promete no robar, no mentir y no faltar a misa, usualmente su participación termina en una crisis nacional que pagan los más desprotegidos (como es lógico), pero los votantes podremos hacer uso de nuestra hipocresía y acusar a los ineptos como los únicos responsables del desastre, ellos y la clase política “que se vayan todos”.
La opción de Maquiavelo es cuestionable, controversial, difícil de defender en la mesa del domingo frente a la tía Chola. Podemos argumentar que el poder final es nuestro, de la Asamblea, que evaluaremos la felicidad y el bienestar del pueblo antes de renovarle los votos al amoral. Pero si nuestro Maquiavelo se desbanda, incumple sus objetivos o simplemente los cumple a un precio impagable, los votantes no podremos usar el índice para mostrar al único culpable, porque en diferentes grados de responsabilidad todos sabíamos que existía ese riesgo.
La seguridad de un gobierno quakero es nefasta, el riesgo de un gobierno maquiavélico es impredecible. El accionista de esta sociedad sos vos ¿a quién elegiste de gerente?.
Referencia: En el Manual del Militante Pasivo (MAKnual) se tratan “Algunas Ideas Con Valoración Positiva Inmerecida” que tienen relación con esta nota.
Se me acaba de ocurrir una metáfora para este dilema: se trata de un sujeto que tiene que atravesar el jardín de su vecino para salvar a un niño de un incendio; la voy a patentar. Pero volvamos al tema.
ResponderBorrarEs muy interesante el planteo. Para dar una respuesta rápida y sin pensar mucho, sin dudas me quedo con el Maquiavelo, siempre y cuando sea uno que tenga una ideología lo más cercana posible a la mía (aunque confieso que los K me han hecho replantear algunos de mis conceptos fundacionales). Además, el quákero es mucho más aburrido (no estoy haciendo ninguna referencia puntual, que no parezca).
Pero hay que ver que el planteo esconde muchos puntos a debatir:
"Todo por derecha y en blanco". Su observación de "lunfardo conservador y racista" es muy atinada; parece que no fuera importante, pero de alguna manera también está diciendo "hagamos, pero respetando el satu quo". Dicho de otra manera, no cambiemos nada estructural, juguemos con las reglas existentes ya impuestas (no puedo evadir mis ideales revolucionarios). Por supuesto, esto implicaría un debate sobre cuáles son las reglas que merecen ser respetadas y cuáles no. No estoy diciendo que acepto quebrar cualquier ley. Pero sí estoy diciendo que si uno pretende hacer cosas importantes, muchas de ellas implicarán romper algunas normas establecidas. Cuando se habla de límites morales, al ejemplo de "no faltar a misa" alguien podría responderle "pero yo soy ateo". Entiendo que mi respuesta parece salirse del planteo del post. Tal vez el ejemplo de los accionistas no es el mejor, porque implica un grupo de personas que más o menos tienen el mismo objetivo: obtener el mayor beneficio económico posible para su empresa. Y además, una organización con fines de lucro está por debajo de las leyes (al menos en teoría), mientras que un gobierno está mucho más cerca de hacer las leyes.
Tal vez esto explicaría por qué, cuando un gobierno toca intereses económicos poderosos, enseguida sus detractores lo acusan de corrupto, amoral, fascista: porque está pisando su jardín. Mientras se repete el voto de las mayorías (regla inamovible) acepto replantearme qué járdines se pueden y se deben pisar.
En definitiva, creo que la frase "el fin justifica los medios" es muy discutible, empezando por sus premisas implícitas.
Amigo Nagus, el Magnífico
ResponderBorrarUn gran debate, fundamentalmente político como le gustaba al gran Nicolás y a cualquiera de los barones del conurbano.
¿El fin justifica los medios? Así enunciado, en forma absoluta, mi respuesta es no, de ninguna manera. Ni Maquiavelo ni Perón aceptarían, por ejemplo, que la guillotina sea un remedio eficaz contra la caspa por más que sus defensores demostraran su índice de efectiidad del 100%.
¿El fin justifica los medios EN ALGUNOS CASOS? Sin duda. Eliminar de la lista de métodos posibles de ser usados todos aquellos que no sean estrictamente kosher es una decisión que tiene más que ver con la mística religiosa, con la ėtica del Reino de los Cielos, que con la realidad de nuestro mundo.
Como tantas otrass cosas, debe ser juzgada en relación con el menú de opciones con el que dispone nuestro gobernante (o nuestro gerente general), con los riesgos que nos hace tomar y, sobre todo, con los resultados finales.
El rechazo absoluto a cualquier método por fuera del estricto manual de procedimiento, es decir el afirmar que "el fin nunca justifica los medios", forma parte de una mística ética en el fondo conservadora ya que le quita al gobernante de hoy todas las prerrogativas con las que sus predecesores pudieron modificar la realidad que ellos recibieron (Ver al respecto el fundante "Un tiro en la noche" de John Ford http://es.wikipedia.org/wiki/The_Man_Who_Shot_Liberty_Valance).
En síntesis, como en una empresa, lo que espero de nuestro gobernante es que mejore el bien común y eso en nuestro país se remite a aumentar la equidad. Quiero que focalice en los resultados más que en los métodos (en la eficacia más que en la eficiencia) aunque eso nonquiera decir que los métodos no serán juzgados y calificarán su presidencia. Pero no lo harán de forma absoluta sino dentro del excel total de su gobiermo, de sus logros, de sus costos y de los riesgos que nos hizo tomar.
"Ni Maquiavelo ni Perón aceptarían, por ejemplo, que la guillotina sea un remedio eficaz contra la caspa.."
BorrarDisculpa pero, leí tu ejemplo burdo y sin sentido...
Creo que no entiendes la frase realmente.
"que la guillotina sea un remedio eficaz contra la caspa" es una imagen simplemente genial. Es por eso que Rinconete gana más minas que yo, aunque digamos más o menos lo mismo.
ResponderBorrarMis queridos MAKeros, me parece que el análisis implica dos escenarios distintos en momentos diferentes, mezclarlos nos puede llevar a conclusiones inaplicables. Vos podés opinar sobre el equipo ideal “antes” que salga a la cancha, y analizar su rendimiento futbolístico “después” del partido, mezclar ambos análisis contamina las conclusiones.
ResponderBorrarEscenario I: Cuando elegís a tu candidato (o Gerente) lo preferís quakero (HB) o maquiavélico (CFK), si optás por un devoto de Nicolás –mi queridísimo Rinconete– la condición “El fin justifica los medios en algunos casos” no está sobre la mesa, porque “esos casos” no se negocias por anticipado y quedarán a consideración de él. Vos sólo tenés la potestad de poner tu acción por el candidato riesgoso, liberar sus manos y suponer –mi queridísimo Aberel– que está cerca de tu ideología (sin certezas) acordate que un maquiavélico no está comprometido con la verdad, puede prometer una “Revolución Productiva” y terminar liquidando a la industria, o puede aceptar los condicionamientos del Presidente de la Corte Suprema para renovarla por completo una vez que asuma el poder.
El último acto soberano de la Asamblea es la elección del Gerente, después los accionistas se entretienen en un sinfín de eventos sociales pero sólo recuperan su soberanía en la próxima Asamblea, cuando evalúan al Gerente y su balance.
Escenario II: Cuando evaluamos la gestión (o el balance) caben todas las consideraciones, incluso las morales. Cada votante tiene su propia balanza donde sopesa logros + medios virtuosos, contra yerros + medios vergonzosos, aplicando su propia escala de valores morales e ideológicos. Un maquiavélico pudo haber aprobado para mí y haber reprobado para vos, depende de dónde cada uno pone la línea de tolerancia a los jardines pisoteados para los logros obtenidos.
La única actividad excluida en este escenario es la crítica al pisado de jardines, ya que era implícito en el combo de Nicolás. Sólo se puede criticar el costo del jardín contra el beneficio del supuesto logro.
Aberel, la analogía de la Asamblea en Papeleras Terdar (como toda analogía) es una simplificación incompleta que usamos a sólo efecto de lograr la empatía de ElBosnio. De todas formas, aunque podemos presumir que todos los accionistas buscan la maximización de las ganancias, no todos coinciden en el camino para llegar al objetivo, están quienes quieren aniquilar la competencia o desarrollar nuevos productos, o sea, siempre hay ideologías.
Rinconete, respecto al principal competidor de Triatop. Como decía en el post, los márgenes surgen solos al fijar el objetivo. Es difícil imaginar un camino que termine en el “estado de bienestar” y pase antes por la guillotina. Si el objetivo del Gobierno es llegar al bienestar y la equidad de su pueblo, puede pisar algún jardín para lograrlo pero cuesta imaginar que debamos recortar muchos caminos peligrosos. Si nuestro Maquiavelo termina utilizando el invento de Joseph Ignace Guillotin o la tortura, será que según nuestra personal escala de valores habremos equivocado el Gerente, pero aún en este caso seremos en parte responsables de los decapitamientos por haber puesto a Maquiavelo como Gerente de nuestra sociedad.
Abrazo!
Nagus, se ha quedado con ganas despues del debate de la otra noche?
ResponderBorrarSaco los temas morales, que despues tratare.
En politica, para mi, solo corre lo que usted llama el gerente maquiavelico que solo busca maximizar las utilidades a largo plazo de la Cia. Pero a eso le hace falta una aclaracion de que consideramos como utilidades en el jemplo.
Para mi utilidades son los ingresos politicos que se generan (Mayor equidad, mayor ingreso per capita, mayor participacion del salario en la renta, mayor acceso a la justicia, mejor educacion, y muchos etceteras mas) menos los costos politicos incurridos (los gastos en dineros recaudados o endeudados, las guerras llevadas a cabo contra paises extranjeros, los sometimientos a normas y leyes porque no es lo mismo lograr algo con estado de sitio, absolutamente legal, que en total libertad libertad, y muchos etceteras mas). Cada persona ponderara de diferente forma cada item y obtendra un resultado diferente segun como los pondere, aunque veamos todos los mismos logros y costos.
Dentro de los costos a restar estan los desvios al reglamento. Creo que cualquiera los considera como un costo en la ecuacion de rentabilidad de esta empresa. Solo variamos en su ponderacion.
El votante quakero lo pondera como infinito, "no importa los ingresos que genere, el desempeño del gerente no le resultara rentable si ha tenido un desvio en el reglemento". Un "anomico absoluto, los ponderara en cero, "no importara en nada cuanto se desvie de la norma, basta con que traiga resultados". Aun estos dos extremos utilzan el metodo Maquiavelo para votar a un gerente.
Por supuesto, segun que tipo de votante crea un politico que tiene, se limitara mas o menos a cumplir las normas. Asi como si los votantes no tolerasen un presidente que cobre mas de 1$ en impuesto, los presidentes se esmerarian en hacer lo posible con ese Peso sin pedir mas, los presidentes que crean que seran juzgados por quakeros seguramente escojeran no pasarse un semaforo aun llevando un herido.
El tema de la moral es un capitulo aparte. Para una persona con conducta moral los puntos morales son como desvios al reglamento de importancia infinita. No importa las cosas que se obtengan, aunque sean cosas muy valiosas para uno, si hubo una transgresion moral el resultado sera negativo.
Solo advierto que muchas veces definimos cosas como morales pero son en realidad cosas de mucho interes. Cosas que cederiamos si tuviesemos beneficios extremadamente altos.
Pero si uno tiene problemas morales con acciones de gobierno, no deberia apoyarlo, sin importar lo que haga.
Maestro de Luz ElBosnio, mi Sri Sri Ravi Shankar del Kirchnerismo de Salón, la característica distintiva de la militancia joven es una cabellera desordenada y siempre quedarnos con ganas de más debate. El jueves solté la mordida cuando advertí la cara desencajada de los comensales, que me percibían como Jack Bauer cuando justificaba la tortura.
ResponderBorrarDebo confesar que su respuesta me dejó muy preocupado, sólo me tranquilizo al reconocer su caligrafía en la ausencia de tildes pero no encuentro puntos de desacuerdo sobre lo que escribí antes, ¿sobre qué estuvimos discutiendo? Su aclaración sobre los ítems que irán en el debe y el haber del balance es oportuna, yo pretendí resumir eso cuando mencionaba al “estado de bienestar”, pero es bueno aclarar que no todos los argentinos siempre votamos con esos valores en mente.
Una posibilidad que explica nuestro número vivo en la cena, es que usted tenga el prejuicio que los sabbatellistas tenemos un fuerte componente quakero, en cuyo caso sería ilógica la decisión de llevar en nuestra boleta a la chica que tanto nos gusta y debiéramos haber llevado al quakero Hermes Binner, siendo ahora la primera fuerza de la oposición en Prov. de Buenos Aires (y no la tercera). Yo me sumé a Nuevo Encuentro fundamentalmente porque tiene vocación de poder, y en este proceso eleccionario Sabbatella pisó varios jardines que me lo han demostrado.
Volviendo a nuestro querido Maquiavelo, insisto en la relevancia de los dos escenarios. Mientras lo interrumpía descortésmente, sólo pretendía que incluyamos en la ecuación del primer escenario (la elección) que los devotos de Nicolás tendremos una cuota parte de responsabilidad por lo que haga Maquiavelo y los jardines que decida pisotear, aunque después decidamos reprobar su balance. El decidir concientemente que preferimos a Maquiavelo, y no al quakero, conlleva esa complicidad.
La elección del domingo pasado fue fácil, había sólo un candidato maquiavélico seguido por un quakero de muy lejos en un contexto democrático. Pero en otras realidades con menos opciones sobre la mesa, esta lógica nos pondría respaldando la revolución (para tranquilidad de Aberel) y poniendo en el poder a Fidel Castro, a Muammar Kadafi, o a Pol “el suave” Pot, diferencia que sólo advertiremos en el segundo escenario.