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Prédica Y Lobby

La prédica y el lobby son dos formas de hacer política aunque de diferente valor ético. La primera busca influir en el pensamiento y la acción de los ciudadanos para eventualmente cambiar la opinión de los votantes. En este sentido, la tarea de persuasión en la prédica es clave y es uno de los pilares de la política democrática.

En cambio, el ejercicio del lobby busca influir en un punto específico sobre la acción de nuestros representantes. No intenta persuadir a los ciudadanos, sino modificar la manera en que un representante representa a sus representados. Inevitablemente esto degrada la relación representante-representado, algo que no es parte de la política sino un vicio más o menos tolerado.

El lobby reemplaza a las urnas para quienes no tienen votos. Es como un recuperatorio para los grupos de poder que perdieron en las elecciones o no se presentaron.

La cooptación es otra forma de intervención en la relación representante-representado. Aunque en rigor signifique otra cosa, llamamos “cooptar” a la acción de seducir, por parte de un grupo influyente o poderoso, a un representante de la ciudadanía. Se trata entonces de una segunda forma de influencia política que ejercen sectores desfavorecidos por las urnas.

Mientras el lobby se focaliza en una acción determinada (por ejemplo, en la aprobación o rechazo de una ley), la cooptación apunta a la conciencia del representante, a su percepción de la realidad, con el fin de que incorpore una visión más beneficiosa para el grupo de poder.

Este es el caso de representantes de partidos populares a quienes los sectores de poder no electoral fueron convenciendo de una visión económica neoliberal, es decir, de que ajustar en momentos de crisis es la única salida, o de que poner el pago de la deuda externa por encima del hambre es la mejor solución para aliviar el hambre. Hace solo horas Felipe Solá acaba de reconocer al salir de su bancada que “el pueblo cambió y nosotros no nos dimos cuenta”. En rigor de verdad el pueblo no cambió sino que un grupo de poder logró cooptar a Solá, y a tantos otros, convenciéndolos que el pueblo era genéticamente antikirchnerista y que no tardaría en echar a todos los que tengan una K asociada a ellos en los zócalos de TN. Eso no ocurrió y Solá fue el primero en reconocer haber sido cooptado y será seguramente el primero en liberarse del efecto de esta cooptación. Pero no fue un error en el que incurrió Solá individualmente y que por casualidad coincidió en el error con tantos otros, fue el fruto de un exitoso proceso de cooptación que le afectó el juicio a muchos y en el mismo sentido.

Cooptar no implica traición en términos personales o íntimos. De hecho, el político sigue creyendo que trabaja por el bien de los suyos o, dicho de otro modo, ignora estar trabajando en función de un diagnóstico de situación que hace que dañe a quienes pretende ayudar.

La cooptación es como esas enfermedades autoinmunes cuyos virus logran que los anticuerpos trabajen contra el organismo que buscan defender.

Muchas ONG se presentan como especialistas en “capacitar”, “asistir”, “orientar” a los políticos. Pero cuando vemos quiénes las financian, nos damos cuenta de que están en manos de quienes treinta años atrás financiaban derrocamientos (dicho esto, es un progreso que nuestros golpistas de ayer se limiten hoy a cooptar).

La acción directa, el lobby, la cooptación actúan permanentemente y en todas las sociedades, aunque el nivel de tolerancia difiera según los casos. Si bien la teoría indica que la República sólo debiera regirse por el voto, la existencia de estos otros factores es inevitable. Dicho esto, debemos estar atentos a la posibilidad de que alguno de ellos emprenda un camino de crecimiento o influencia “canceroso”.

El lobby de las prepagas no convierte a la Argentina en un país bananero, ni aun cuando lograra la anulación del proyecto ya aprobado. Ahora bien, si consiguiera la expulsión de la Presidenta o lograra imponer todos los reclamos del sector, entonces estaríamos en zona de peligro real. Mientras tanto, sólo navegamos aguas agitadas que no impiden seguir por el rumbo deseado.

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