En la Argentina somos unos adelantados, el primero de abril se evoca como el Día Mundial de Conciencia sobre el Autismo, cuando en el resto del mundo es al día siguiente. Casualmente (?) en esta semana se estrenó la serie Touch donde el extorturador oficial de 24 -Kiefer Sutherland- reutiliza sus dos gestos actorales para interpretar al padre de un autista que dice ver los hilos conectores que vinculan los destinos de las 7.080.360.000 de personas en la tierra. El autista consiente de la matrix parece restringir aun más el escaso margen de libre albedrío que alguna vez mencionamos, sin embargo la humanidad sigue creyendo que llegó a ese número producto de la evolución natural y su propia capacidad.
Las crisis en la humanidad nacieron con el hombre, siempre evolucionando y a punto de su extinción. El primer registro sucedió hace 12 mil años, cuando parecía que compartiríamos el triste destino de los dinosaurios. Quizás en el último cambio climático donde no tuvimos responsabilidad: con el calentamiento del planeta emergieron los desiertos y los hasta entonces pueblos nómades debieron emigrar al sedentarismo para no extinguirse por hambre. Es ahí cuando la tecnología nace y salva a la humanidad por primera vez con una invención que multiplicaría los alimentos, el arado.
Muchas otras veces coqueteamos con la hambruna, producto de las pestes, de las guerras o de nuestro… ingenio. Después de muchos avatares, en 1774 el escocés James Watt construye la primer máquina de vapor, regalando uno de los más importantes inventos de nuestra historia. Con ella da nacimiento a la Revolución Industrial y a la condensación habitacional en torno a las ciudades del siglo XVIII. El crecimiento exponencial de estas urbes trajo el hambre, y lo que parecía una bendición tecnológica involucró un riesgo imprevisto y mortal. Cuando creímos que la revolución industrial sería más mortífera que la peste, un químico alemán llamado Justus von Liebig descubrió que el fósforo multiplicaba los cultivos, y así se convirtió en el padre del primer fertilizante. En Inglaterra, donde la población crecía más rápido que en ningún otro lugar, se llegaron a producir 40 mil toneladas de fertilizante fosfático en 1870, y fue así como la chispa del barón Liebig nos salvó de una humanidad famélica.
Gracias a la máquina de Watt nace el tren, y gracias a la red ferroviaria que algunos chinos esclavizados instalan en América, surge la última súper potencia económica que hoy ellos tratan de reemplazar. Es acá donde germina la actual revolución, que como todas las anteriores nos ofrece un salto hacia un futuro milagroso, junto al peligro de un holocausto. Sí sumamos el descubrimiento en 1897 de Wilhelm Röntgen, el hombre de los rayos “X”, y la cristalografía nacida del carborundum de Edward Goodrich Acheson (un follower de Watt y su “negro de humo” empleado en las fotocopiadoras), obtenemos que en 1937 William Astbury y el cristal de grafito nos conduce hasta la Revolución Genética, descifrando el ADN.
Esta revolución ya está en marcha, y es más rápida y transformadora que cualquier otra. Nuestros alimentos -las plantas y los animales- están siendo rediseñados genéticamente. La clonación ya no es un término que requiera explicación. Las computadoras de nuestros hijos podrán operar con sistemas de memoria biológica diseñados genéticamente. La terapia génica ya salva vidas. Está muy avanzada la investigación para descifrar el código genético humano, y con él, podrían haber dicho qué estaba mal en tu tía Chola incluso antes que se manifieste, o incluso “arreglarla”. O podría haberme ahorrado muchas clases de golf y de música, advirtiendo que ese talento se cayó de mis genes. O podrían haber hecho feliz a mi madre incluyendo esas aptitudes, o a mi maestro, o a mi empleador, o a mi gobierno.
Muy probablemente seamos la última generación silvestre, los últimos hombres rústicos forjados por accidente, diseñados sólo por la cruda naturaleza que nos contara Aldous Huxley.
Muy posiblemente la Revolución Genética, como todas las revoluciones anteriores, acreciente aún más la brecha entre pueblos ricos y pobres. Elimine las enfermedades, multiplique los talentos y construya un Gattaca para algunos, empujando a los otros en mayores abismos.
No estábamos listos para la primera revolución, ni para la última revolución de Watt. ¿Estamos listos para esta?
Las crisis en la humanidad nacieron con el hombre, siempre evolucionando y a punto de su extinción. El primer registro sucedió hace 12 mil años, cuando parecía que compartiríamos el triste destino de los dinosaurios. Quizás en el último cambio climático donde no tuvimos responsabilidad: con el calentamiento del planeta emergieron los desiertos y los hasta entonces pueblos nómades debieron emigrar al sedentarismo para no extinguirse por hambre. Es ahí cuando la tecnología nace y salva a la humanidad por primera vez con una invención que multiplicaría los alimentos, el arado.
Muchas otras veces coqueteamos con la hambruna, producto de las pestes, de las guerras o de nuestro… ingenio. Después de muchos avatares, en 1774 el escocés James Watt construye la primer máquina de vapor, regalando uno de los más importantes inventos de nuestra historia. Con ella da nacimiento a la Revolución Industrial y a la condensación habitacional en torno a las ciudades del siglo XVIII. El crecimiento exponencial de estas urbes trajo el hambre, y lo que parecía una bendición tecnológica involucró un riesgo imprevisto y mortal. Cuando creímos que la revolución industrial sería más mortífera que la peste, un químico alemán llamado Justus von Liebig descubrió que el fósforo multiplicaba los cultivos, y así se convirtió en el padre del primer fertilizante. En Inglaterra, donde la población crecía más rápido que en ningún otro lugar, se llegaron a producir 40 mil toneladas de fertilizante fosfático en 1870, y fue así como la chispa del barón Liebig nos salvó de una humanidad famélica.
Gracias a la máquina de Watt nace el tren, y gracias a la red ferroviaria que algunos chinos esclavizados instalan en América, surge la última súper potencia económica que hoy ellos tratan de reemplazar. Es acá donde germina la actual revolución, que como todas las anteriores nos ofrece un salto hacia un futuro milagroso, junto al peligro de un holocausto. Sí sumamos el descubrimiento en 1897 de Wilhelm Röntgen, el hombre de los rayos “X”, y la cristalografía nacida del carborundum de Edward Goodrich Acheson (un follower de Watt y su “negro de humo” empleado en las fotocopiadoras), obtenemos que en 1937 William Astbury y el cristal de grafito nos conduce hasta la Revolución Genética, descifrando el ADN.
Esta revolución ya está en marcha, y es más rápida y transformadora que cualquier otra. Nuestros alimentos -las plantas y los animales- están siendo rediseñados genéticamente. La clonación ya no es un término que requiera explicación. Las computadoras de nuestros hijos podrán operar con sistemas de memoria biológica diseñados genéticamente. La terapia génica ya salva vidas. Está muy avanzada la investigación para descifrar el código genético humano, y con él, podrían haber dicho qué estaba mal en tu tía Chola incluso antes que se manifieste, o incluso “arreglarla”. O podría haberme ahorrado muchas clases de golf y de música, advirtiendo que ese talento se cayó de mis genes. O podrían haber hecho feliz a mi madre incluyendo esas aptitudes, o a mi maestro, o a mi empleador, o a mi gobierno.
Muy probablemente seamos la última generación silvestre, los últimos hombres rústicos forjados por accidente, diseñados sólo por la cruda naturaleza que nos contara Aldous Huxley.
Muy posiblemente la Revolución Genética, como todas las revoluciones anteriores, acreciente aún más la brecha entre pueblos ricos y pobres. Elimine las enfermedades, multiplique los talentos y construya un Gattaca para algunos, empujando a los otros en mayores abismos.
No estábamos listos para la primera revolución, ni para la última revolución de Watt. ¿Estamos listos para esta?
comparto absolutamente tu mirada
ResponderBorrar¿No estábamos listos para la primer revolución? ¿quien lo dice? ¿en base a que? ¿cuando uno está listo?
ResponderBorrarCoincido en que se viene la revolución genética, ahora que nosotros seamos silvestres es otro cantar. ¿Cual es la línea que define ser silvestre? Vivimos y crecimos alimentados con comida industrial, inyectados con vacunas, vitaminas y antibióticos, analizados por radiografías, operados y enyesados, incluso con clavos en los huesos y prótesis en los dientes. La verdad que estamos muy lejos del cro magnon original que a su vez podía sentirse poco silvestre por comer comida cocinada con fuego y no cruda, por usar cuchillos de pedernal y no resgarrar con sus colmillos.
Por lo demás está claro que el progreso tecnológico no ha traido mas desigualdad, sino mas riqueza y bienestar. Claramente los paises mas avanzados son los menos desiguales y los que tienen menos miseria. Cuando leo estas cosas me pregunto en que punto de la historia los progres se volvieron reaccionarios.
Los "seres vivos nacen crecen se desarrollan ,se reproducen y mueren " Las sociedades nacen ,tiene apogeo y decadencia .
ResponderBorrarEl hombre evoluciona .
Evoluciona o involuciona ?
Cuando el hombre inventa casi todo ,casi un sustituto del hombre mismo (ya sea gentecamente o electrócnicamente u holograficamente ) pero no resuelve ni el hambre ,ni la miseria ,ni la avaricia ,ni la guerra ,ni la depredación ,ni la sustentabilidad ha mejorado o va hacia su exterminio inevitable ?
Gracias por tu comentario, Ana Laura!
ResponderBorrarHola Pablo
ResponderBorrarRespondiendo algunas de tus preguntas, NO, en la primer “revolución” no está preparado el hombre ni el resto de los seres vivos del planeta. De hecho muchas especies se extinguieron, y el hombre sólo logró su supervivencia cambiando su estilo de vida y emigrando hacia lo que hoy sería India, Siria, Egipto y Centro América. Respecto a quién lo dice, bueno, no lo dice mi tía Chola ni el suplemento económico de Clarín, pero acá te dejo un documental de la BBC que me recomendó la tía Coca Sarlo, a mi me pareció muy serio y didáctico, hasta yo lo pude entender. En cualquier caso, si te queda alguna duda que no puedas dilucidar, siempre te queda la respuesta “lo digo yo” que es tan profunda como la pregunta “quién lo dice”.
Respecto a tus características poco “silvestres”, me refería a las condiciones de nuestra concepción y no a tu estilo de vida. ¿Qué parte de toda la comida industrial, las vacunas, las operaciones y las prótesis que pusiste en tu cuerpo pudieron alterar tu código genético? ¿En qué momento pudiste corregir tu alopecia, tu miopía o tus tendencias ideológicas mediante todos los hechos que describís? Después de tantos miles de años nos alejamos del hombre de Cro-Magnon, pero seguimos teniendo tanto control sobre la genética de nuestros hijos como él. Tu color de ojos y tu capacidad para las manualidades fueron el resultado fortuito de una mezcla genética que tus padres no pudieron controlar –naciste silvestre– pero quizás tus hijos si puedan.
Me quedo con la sensación que no entendiste la nota, quizás la leíste rápido. El progreso tecnológico salvó a la humanidad reiteradamente de una catástrofe, desde el arado hasta los fertilizantes.
Tu aporte final “Claramente los paises mas avanzados son los menos desiguales y los que tienen menos miseria” es el cierre perfecto del capitalista tuerto, con un ojo ve el “avance” de unos países y se tapa el otro para no ver ninguna relación con el “retroceso” de sus colonias, empujadas a la miseria y desigualdad para el progreso de esos países que tanto admirás.
El enorme poder de la Revolución Genética y la tecnología en general, sólo es peligroso cuando cae en manos de gente que mira al mundo con un solo ojo (el derecho).
Querida Mabel, el hombre evoluciona, tranquila que evolucionamos despacio pero firme (usted siga en busca del ideal, no desespere). Pero debe usted diferenciar entre “el hombre” y “la sociedad”. Nuestra evolución nos mantiene separados del peligro de nuestra extinción, pero nunca demasiado separados y menos por mucho tiempo.
ResponderBorrarCada “salto” que damos en esa evolución (la Revolución Industrial o la Genética) nos ahorran varios casilleros en el ludo de nuestra historia, pero nos arriesgan a volar por los aires en ese atajo.
La Revolución Industrial condensó a la humanidad en grandes ciudades, eso fue tremendamente malo para el mundo (y para los habitantes de esas ciudades), se consume muchísima más energía, produce calentamiento global, es mucho menos sustentable todo el proceso. Pero al mismo tiempo, según Geoffrey West, la concentración de tantos talentos en un solo lugar potencia nuestra oportunidad de encontrar soluciones para los problemas que esa concentración generó.
Por otro lado, esa misma Revolución Industrial nos trajo el tren para viajar entre ciudades, y nuestra diversidad genética mejoró muchísimo gracias al invento de Watt.
Dato curioso (quizás para otro post): según Geoffrey West, cada vez que una ciudad duplica sus habitantes, incrementa sus índices un 15%. O sea, si yo trabajo de panadero en una ciudad de un millón de habitantes y por ello gano $100, cuando la ciudad llegue a los dos millones de habitantes ganaré $115 por la misma tarea. Pero además, si la ciudad tenía un índice de criminalidad del 1% con un millón de habitantes, tendrá 1,15% cuando llegue a los dos millones. Si teníamos un restaurant cada 100 habitantes en la primer ciudad, tendremos 1,15 restaurant cada 100 habitantes en la segunda, y así… Esto es importante para corregir comparaciones entre índices de grandes y pequeñas ciudades, y para entender algunos de nuestros comportamientos cuando decidimos vivir en ellas.
Decidimos ?o nos dejamos llevar ?
ResponderBorrarYo creo Nagus q si el progreso no sirve para q seamos más solidarios o más fraternos y más capaces de solucionar problemas no es progreso o hábiles para deshacernos de los Malos al menos ,no es progreso es avance tecnocientífico .
No veo q seamos más libres sino más esclavos .
A nivel global estamos lejos .
Podriamos viajar a la luna ,pero no levantamos el culo de la silla y no sacamos los ojos de la pantalla del celu (Ni hablar de contemplar la luna o cazar luciérnagas )
En mis términos CFK es progreso porq se ocupa de todos/as porq me hace querer abandonar mi gorilismo y Macri es retroceso porq me vuelve reaccionaria y asqueada con los vecinos porteños .
En mi mundo ideal los medios son medios no fines ,y los uso con culpa porq deberiá estar abrazando a alguien q no estuviese enchufado y ahi seria Progreso y Milagro
Comparto tu punto de vista pero quiero rescatar esta frase "El enorme poder de la Revolución Genética y la tecnología en general, sólo es peligroso cuando cae en manos de gente que mira al mundo con un solo ojo", creo que en todos los momentos cuando se ha dado una revolución, no utilizada en forma correcta o mejor dicho en forma inescrupulosa es peligrosa.
ResponderBorrarAlejandra
Gracias por tu aporte Alejandra.
ResponderBorrarEs cierto lo que agregás, pero así como la Revolución Industrial favoreció a los países centrales de su época, y acrecentó las desigualdades entre los países desarrollados y los que no, mi preocupación es que la Revolución Genética repita ese efecto pero con consecuencias aún más abismales. O sea, sería la panacea del imaginario nazi, algunas castas (las pudientes) podrían reproducirse sin error genético, sin enfermedades congénitas, y otras no. Una depuración genética que ningún fascista hubiera imaginado tan perfecta.
Si esto llegara a un mundo donde los laboratorios multinacionales del primer mundo, no estuvieran manejando las economías de varias naciones con sus riquezas generadas a costa de muertes en África, creo que sería una Revolución más oportuna.
Mi pregunta final es eso, una pregunta, creo que nadie individualmente puede dar una respuesta y dependerá de la conciencia de todos cuando toque militar esta nueva Revolución.