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Puteemos sin saber



Mi  hermano es argentino en muchos sentidos, un típico argentino se podría decir. Y como a todo argentino que se precie, lo podemos pintar de cuerpo entero hablando de deporte.

A su pasión por el fútbol el colegio le sumó vóley y hándbol, el club le agregó natación y básquet, y sus amigos lo iniciaron en el tenis y paddle. Jugó a casi todo, excepto al rugby, una de las pocas canchas donde nunca entró, nunca quiso. Quizás por ver a sus compañeros con las típicas vendas de los lunes, después de esas épicas batalla tras la “guinda”. Tampoco es de seguir al rugby por la tele, apenas si se conoce el nombre de 4 o 5 clubes, sin llegar a simpatizar por ninguno. Le escuché decir que es un deporte “violento”.

Eso sí, cuando juegan los Pumas se enciende, se apasiona. Tal vez sea por ver la celeste y blanca, tal vez sea el contagio de juntarse con los amigos para ver los partidos… no lo sé, pero se fanatiza. Entiende tan pocas reglas del juego como cobros del árbitro, pero eso no apaga el fervor, que desborda aun más cuando los Pumas pierden. Ahí sí se descontrola, se enfurece, insulta a los jugadores… “fracasados!”… “mariscales de las derrotas dignas!!!”... mejor no sigo.

Cuando hablamos de la camiseta argentina pareciera que toda pasión está justificada, se puede putear a los gritos aunque no sepamos bien a qué jugaban.

Algunos de mis amigos en Facebook, algunos en el bar, algunos amigos del barrio, a muchos de mis amigos les pasa lo mismo que a mi hermano…, pero cuando hablan de política.

Nunca se pusieron los botines para entrar a un partido “político”. Nunca les interesó mucho la instrucción cívica, ni en un libro de bolsillo. No les interesó la historia o la filosofía, no adoptaron una ideología, no militaron en una agrupación. Incluso algunos desprecian a la política, les escuché decir que es un deporte “sucio”.

No conocen el reglamento, pero cuando hablamos de la celeste y blanca pareciera que toda pasión está justificada, se puede putear a los gritos aunque no sepamos bien de qué se trata.

Entre las frases favoritas de mi hermano encontramos "hay que respetar el derecho a opinar que todos tenemos", lo que nunca entendió es que "ese derecho no convierte en respetables a todas las opiniones".

¿Qué anima a un argentino que nunca se calzó los cortos, para gritarle "perro!" a un jugador de la selección?
¿Qué anima a un argentino que nunca militó una idea, para gritarle "yegua!" a una Presidenta de la nación?

Usted... ¿se parece a mi hermano?

Sergio Marino

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